JOAQUIN RODRIGUEZ "COSTILLARES" FAMOSO TORERO ROMANTICO
Nació en Sevilla, en el típico y castizo barrio de San Bernardo, cuna de multitud de diestros; pero no se ha podido fijar de manera segura la fecha en que vino al mundo. Es difícil establecer con seguridad la fecha de nacimiento y muerte de Joaquín Rodríguez “Costilares”. Aporto 3 posibles versiones.
José María Cossío, aunque no lo afirma de modo terminante, acepta la que consta en la inscripción puesta al pie de un retrato de Costillares, que fija su nacimiento en 20 de julio de 1729 y su muerte en 27 de enero de 1800, a los 71 años.
La inscripción del cuadro anterior que encabeza esta página, establece su nacimiento el 23 de agosto de 1755 y su muerte el 6 de enero de 1799 con 43 años.
No parece muy verosímil la versión de Cossio, ya que en tal caso, Costillares estuvo matando toros hasta cumplir los 66 años, porque en 1795 alternó con Pedro Romero en la plaza de Madrid , y a una edad tan avanzada no es posible ejercer tan arriesgada profesión.
Lorenzo Ortiz Cañavate, aporta una tercera versión en su libro El toreo español, sosteniendo que nació el 23 de marzo de 1740. Esta fecha es compatible con su competencia con Pedro Romero pasado 1790. Además, está probado en carteles de la época que actuó por primera vez como medio espada en la plaza de Málaga el 12 de mayo de 1762, y si hubiera nacido en 1755 habría comenzado su vida taurina demasiado joven
Inició su vida taurina en el Matadero de Sevilla, donde su padre estaba empleado a las órdenes de la Real Maestranza de Caballería. Pedro Palomo, célebre lidiador sevillano, de quien era ahijado Costillares, que había observado sus excelentes aptitudes para la lidia, le aleccionó, siendo tan rápido su aprovechamiento, que pronto le llevó como sobresaliente de espada.
Comenzó en Málaga, y después toreó en Sevilla, Cádiz, Jerez y Puerto de Santa María, donde, a pesar de su juventud, participó en corridas con toreros de mucha fama como su maestro y padrino, Manuel Bellón (el Africano), Félix Barcáiztegui (Martincho).
Continuó su marcha triunfal y se quedó frente a frente con Pedro Romero, más joven que él, pero verdadera cumbre de la torería. La lucha que entablaron, que duró cerca de veinte años, fue apasionada y violenta. El estilo reposado, tranquilo y severo de Romero, que era toreo de brazos, sin filigranas, contrastaba con el alegre, regocijado y gracioso de su rival. De estas dos diferentes maneras de torear brotaron las dos escuelas: la rondeña y la sevillana.
La competencia terminó en forma muy triste para Costillares. Esta es la versión de Romero:
«En la Plaza de la Puerta de Alcalá le maté otro toro al Sr. Joaquín Rodríguez (alias «Costillares») en estos términos: Estando S.M. Carlos IV viendo los toros, le suplicó que quería matar un toro y el Rey se lo concedió; tomó la espada y la muleta, hizo la venia a S. M. y se fue y pasó al toro ; se presentó a la muert, le dio una estocada y cogió los huesos; se preparó a la otra y le sucedió lo mismo; y teniendo la mano algo inutilizada de aquel carbunco que le salió en ella y conociendo que no podía ya matarlo, le hizo señas al Rey que no podía, por causa de la mano; respondió S. M. que si no podía aque se presentaba ; entonces tomé la espada y la muleta y fui y lo maté»
Después de este desgraciado suceso Costillares no volvió a torear.
Costillares introdujo importantes reformas en la organización de las corridas y también en la técnica del toreo. Él impuso las cuadrillas organizadas. Antes, el empresario contrataba a conveniencia a los banderilleros y a los picadores, lo cual creaba un desorden en la plaza. La desorganización y falta de orden deslucía la corrida y también exponía a graves riesgos a los que tomaban parte en ellas por carecer de mando los toreros y de disciplina los peones y varilargueros.
Las empresas atendieron las peticiones del espada, y sería él quien llevaría bajo sus órdenes el personal que le pareciera más conveniente.
Estableció reglas para el uso de la capa, que se empleaba solamente en floreos y donaires. El lucimiento no contribuía a corregir defectos de las reses, que podían ser paliados con una lidia inteligente y acertada.
Inventó la verónica, uno de los lances de capa más difícil y artístico siempre que respeten las reglas establecidas por él.
Pero donde realizó la reforma más importante y esencial fue en la creación del «vuelapiés», como él le llamaba. La innovación de Costillares facilitó la muerte de los toros reservones; pero dañó al arte, ya que una estocada que él quiso que fuera solamente de recurso, como era más fácil que la de recibir, paulatinamente la fueron convirtiendo en definitiva, privando a la afición de la suerte más bella, artística, varonil y emocionante que ofrece el arte taurino.
También su talento innovador e influencia en el ambiente taurino, determinó el cambio de la indumentaria habitual de torero del siglo XVIII. El calzón y coleto de ante, la correa en la cintura y las mangas acolchadas, se sustituyeron por la chaquetilla bordada, las taleguillas de seda y la faja de color vivo.
Si la fecha de su nacimiento no se ha podido fijar con certeza, la de su muerte y el lugar donde acaeciera han quedado en el misterio. Investigaciones practicaron por investigaciones en los libros de registro de las parroquias de Madrid, han dado resultado negativo. Se ignora, por consiguiente, dónde acabó sus días. Respecto a las fechas, muy probablemente entre 1799 ó 1800.
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Alejandro Recio & Paco Domingo.
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